Livia Rodríguez Delis - Prensa Latina •  Internacional •  20/01/2018

Oscar Pérez, el terrorista que beatifica la derecha venezolana

En la mañana del 15 de enero, Venezuela amaneció con la noticia de la operación de seguridad en proceso denominada Gedeón, para la captura del grupo terrorista liderado por Oscar Pérez, responsable de ataques perpetrados contra instituciones gubernamentales y armadas del país el año pasado.

Oscar Pérez, el terrorista que beatifica la derecha venezolana

En la mañana del 15 de enero, Venezuela amaneció con la noticia de la operación de seguridad en proceso denominada Gedeón, para la captura del grupo terrorista liderado por Oscar Pérez, responsable de ataques perpetrados contra instituciones gubernamentales y armadas del país el año pasado.

Al momento, las redes sociales se convirtieron en un hervidero azuzado por los propios videos de Pérez, quien en tiempo real transmitía su versión de los sucesos en el barrio capitalino El Junquito, y en los que alegaba un supuesto interés de rendición, pero que los cuerpos de seguridad no lo permitían.

El jefe de la banda criminal, a quien las trasnacionales de la comunicación -al servicio de la derecha- tildan eufemísticamente del ‘Rambo venezolano’, también convocaba vía Twitter a sus seguidores a salir a las calles en su apoyo y denunciar una presunta ausencia de democracia en el país.

Automáticamente, personeros como el exalcalde de Caracas, Antonio Ledezma, prófugo en España de la justicia venezolana, iniciaron una cruzada virtual en solidaridad con el terrorista para evitar una supuesta ejecución extrajudicial contra Pérez y su banda criminal.

Ledezma, e integrantes de partidos políticos de extrema derecha y sus seguidores alentaban a los miembros de la célula terrorista a seguir el desafío por el camino de la violencia contra el gobierno constitucional de Venezuela, con tuits de ‘son héroes que luchan por la libertad’, ‘no desistan’, entre otras frases, al parecer a la espera de un levantamiento popular contra Maduro, algo que nunca sucedió.

Esa situación en las redes tomó otro matiz al finalizar la operación Gedeón con el lamentable saldo de dos efectivos de la Policía Nacional Bolivariana fallecidos y varios heridos, así como seis terroristas muertos en una confrontación provocada por los criminales tras seis horas de negociación, de acuerdo con el informe emitido por el ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, Néstor Reverol. Por supuesto, los mismos que incentivaron el triste desenlace, unidos a diputados de la Asamblea Nacional, en desacato, y directores de medios de prensa de la derecha, guiaron la opinión pública hacia el mensaje de un supuesto asesinato de Oscar Pérez y, por ende, acusaron al gobierno bolivariano de violar un sinnúmero de convenciones internacionales.

Como parte de ese mundo de postverdades, como se cataloga ahora a la mentira mediatizada, la legisladora Delsa Solórzano calificó de oscuro el procedimiento de los cuerpos de seguridad venezolanos. ‘¿Cómo es posible que rindiéndose lo acribillan?’, el Estado viola el Artículo 44 de la Constitución que resguarda el derecho a la vida, cuestionó en su cuenta de Twitter.

De igual modo, el presidente editor del diario venezolano El Nacional, Miguel Otero, consideró la muerte del cabecilla criminal como el asesinato de un ‘opositor real’.

¿QUÉ SUCEDÍA EN EL JUNQUITO?

Durante el trascurso de la semana salieron a la luz revelaciones de lo sucedido esa mañana de enero en El Junquito, barriada del este de Caracas, así como planes de los terroristas de atacar lugares públicos, entre ellos sedes diplomáticas, y asesinar a dirigentes del gobierno bolivariano.

De acuerdo con informaciones de un testigo ocular al diario Últimas Noticias, en el transcurso de la operación los efectivos de la Fuerza de Acciones Especiales (FAES), de la Policía Nacional Bolivariana (PNB), entablaron conversaciones con Oscar Pérez para negociar su rendición en cuatro ocasiones.

En el primer contacto, Pérez puso como condición que trajeran a la prensa extranjera acreditada en el país sudamericano, a sus familiares y a un fiscal del Ministerio Público, pero luego dio largas y pidió a los funcionarios que se unieran a su causa.

Posteriormente, José Alejandro Díaz Pimentel, otro de los principales jefes de la cédula terrorista, exigió la presencia del agente de la PNB Andriun Ugarte Ferrera, conocido como Heiker Vásquez, pues ambos residían en la capitalina parroquia 23 de enero.

En las declaraciones del testigo, se evidenciaron los vínculos del grupo terrorista con los generales Miguel Rodríguez Torres, prófugo de la justicia venezolana y de quien se sospecha tiene vínculos con organismos de inteligencia de Estados Unidos; y con Raúl Isaías Baduel, preso por actos de corrupción.

Díaz Pimentel y Vásquez ‘conversaron sobre la situación política y económica del país’, reveló una fuente cercana al negociador. ‘¿Tú me vas a decir que toda la solución al peo (problema) económico lo tiene la derecha?’, le habría dicho ‘Heiker’ a José Alejandro. ‘Nosotros no somos de derecha; de hecho, hemos hablado con Rodríguez Torres y Baduel’, contestó José Alejandro, publicó el medio noticioso.

De ese encuentro, el grupo de Oscar Pérez aceptó los términos de la entrega y tras conocer la decisión, la FAES preparó la logística para enviar dos vehículos blindados hasta el refugio de los criminales; sin embargo, la tregua se rompió cuando desde la casa dispararon a los efectivos policiales, contó el diario según informaciones recibidas.

Nuevamente, explica, se restablecen las negociaciones con la intervención del mayor Rafael Bastardo, director de la FAES, conversación que fue difundida por las redes sociales por Pérez, quien, afirma Últimas Noticias, volvió a prometer su rendición y los invitó a traicionar al gobierno de Nicolás Maduro.

La última interacción negociada la solicitó Díaz Pimentel, quien pidió la presencia de ‘Heiker’, que al bajarse de un vehículo blindado en el que arribó a la vivienda fue baleado en dos ocasiones a corta distancia por los terroristas y murió en el acto.

Tras ese incidente, inició la confrontación entre la FAES y la banda criminal, la cual estaba muy bien apertrechada con explosivos y ametralladoras de alto calibre. El enfrentamiento duró media hora aproximadamente y en él cayó, además de seis de los terroristas, el oficial agregado Nelson Chirinos.

La fuente señaló que los asesinos tenían la intención de huir hacia la montaña y que la confrontación armada culminó cuando uno de los criminales sobrevivientes anunció la muerte de Oscar Pérez.

En el lugar del conflicto se incautaron dos celulares que poseía el cabecilla del grupúsculo, los que forman parte de los materiales que se examinan en las actuales investigaciones sobre el hecho.

MACABRO PLAN PROGRAMABAN LOS TERRORISTAS

Desde República Dominicana, el vicepresidente para la Comunicación, la Cultura y el Turismo, Jorge Rodríguez, denunció que el grupo desmantelado tenía órdenes de asesinar al presidente Nicolás Maduro y otros dirigentes gubernamentales.

La banda criminal tenía en la mira, además, al ministro para la Defensa, Vladimir Padrino; al vicepresidente ejecutivo, Tareck El Aisami; el fiscal general, Tarek William Saab; y el primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Diosdado Cabello.

Aseguró que el peligroso grupo tenía planes para matar igualmente a dirigentes de la oposición venezolana, considerados ‘traidores’, además de atacar ‘una embajada ubicada al este de Caracas’, que Cabello confirmó era la representación diplomática de Cuba en Venezuela.

Este grupo terrorista contaba con ‘antecedentes claros de violencia, de amenazas’, como el ataque con granadas y disparos, desde un helicóptero robado, a las sedes del Ministerio de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, y la del Tribunal Supremo de Justicia, así como el asalto a un puesto de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB).

Además, asaltó el destacamento de la Guardia Nacional situado en San Pedro de los Altos, población del estado de Miranda, en diciembre de 2017, de donde sustrajeron armas de guerra para ser utilizadas en actos contra la paz y que gracias a la inteligencia venezolana y los cuerpos de seguridad pudieron ser evitados.

En esencia, estos son los llamados ‘luchadores por la libertad’ que Estados Unidos y la derecha venezolana tratan de convertir en bandera como parte de sus planes para derrocar al presidente Nicolás Maduro y a la Revolución bolivariana, a similitud de la estrategia implementada en otros países como Libia e Iraq.


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